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Hablando

La experiencia de un festival.

 03 / OCTUBRE / 2016

Hablando

Puede que vaya a terminar criticando o al menos poniendo en duda, la forma en que los grandes promotores del mundo justifican sus decisiones, pero los festivales musicales son una experiencia y en verdad que es de las mejores experiencias que existen en la vida.

Muy pequeño, como de dieciséis años, fui a mi primer festival a Rock In Rio. Fue una experiencia indescriptible a esa edad ver a bandas y artistas tan importantes como Guns and Roses, George Michael, Prince, Queensryche, Information Society, New Kids On The Block, esos los que se me vienen ya a la cabeza. Fue en el Estadio Maracaná y ni hablar lo que era encontrar gente joven, como uno, que se divertía sin parar gracias a la música, en un entorno y de una forma que no se veía para esas épocas en Colombia.

Caminar, bailar y saltar en
una experiencia sublime
artísticamente hablando...

Sin embargo, eso que para mí era un gran festival y por supuesto que lo fue, sería reemplazado y destronado por el formato de festivales que hoy se imponen en el mundo, a parte de ir, disfrutar, recorrer y vivir Coachella en California, Lollapalooza en Chicago y el Ultra en Miami, quince años después de Rio de Janeiro, me di cuenta que el formato que había conocido muchos años antes en Brasil, era una forma un poco plana de hacer un festival. Eso de una semana con muchos artistas que se presentan uno tras otro, en un solo escenario, se ve como una fiesta de salón de edificio comparado con los que les acabo de nombrar.

Hoy se asiste a un predio gigantesco, con casi cien mil personas que se mueven de un lado para otro, recorriendo como mínimo cinco escenarios y donde para tristeza de los que quisiéramos disfrutar de todos los artistas, pues hay que escoger a cuales ver porque se cruzan en horarios o recurrir a la táctica de ver pedacitos de varios. Se gasta mucho tiempo caminando las largas distancias que hay entre cada escenario y más esquivando gente, que como uno, va de un lado a otro con esa cara de cambio de vida que solo produce la música.

Cada año era muy grande la expectativa por saber quiénes serían los headliners y casi todos los de mitad de cartel, que eran también muy atractivos y novedosos. Esa magia se empezó a perder desde más o menos hace tres años, cuando sus organizadores empezaron a inflar unos artistas muy buenos pero eso sí, económicos, a dejar a un lado los big names por costosos y a repetir una y otra vez los mismos artistas, para luego decir que lo importante en el festival era “la experiencia”. Igual, cada vez venden más y más entradas, que son adquiridas por gente que en su mayoría no ha vivido eso y otros que lo quieren repetir año tras año, pues hay que estar donde está la moda.

Ese boom festivalero ya llegó al país, se ven festivales con buenas nóminas de artistas, las cuales ojalá se sigan conservando novedosas, actuales y valientes, claro que no hemos escapado de oír que vale la pena ir por “la experiencia”, finalmente el modelo se inventó afuera y hay copiarlo en todo. Que delicia que es sentir ese cansancio de caminar, bailar y saltar en una experiencia sublime artísticamente hablando, como lo es un festival. Pero qué carajos,  armemos parche y nos vamos para el próximo.

Juan Pablo Ospina G.

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